El cambio climático es la mayor amenaza para la salud de la humanidad. Los impactos ya están perjudicando la salud a través de la contaminación del aire, las enfermedades, los fenómenos meteorológicos extremos, los desplazamientos forzados, la inseguridad alimentaria y las presiones sobre la salud mental. Cada año, los factores medioambientales se cobran la vida de unos 13 millones de personas.
El cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París podría salvar alrededor de un millón de vidas al año en todo el mundo de aquí a 2050 solo con la reducción de la contaminación atmosférica. Evitar los peores impactos climáticos podría ayudar a prevenir 250 000 muertes adicionales anuales relacionadas con el clima entre 2030 y 2050, principalmente por malnutrición, malaria, diarrea y estrés térmico.
El valor de los beneficios para la salud derivados de la reducción de las emisiones de carbono sería aproximadamente el doble del coste global de la aplicación de las medidas de mitigación del carbono.
Más del 90 % de la población respira niveles insalubres de contaminación atmosférica, en gran parte derivados de la quema de combustibles fósiles que impulsan el cambio climático. En 2018, la contaminación atmosférica procedente de los combustibles fósiles supuso 2,9 billones de dólares en costes sanitarios y económicos, unos 8000 millones al día.
El transporte produce alrededor del 20 % de las emisiones mundiales de carbono. Alternativas como caminar y montar en bicicleta no solo son ecológicas, sino que también ofrecen importantes beneficios para la salud, como la reducción del riesgo de muchas enfermedades crónicas y la mejora de la salud mental.
Los sistemas de producción, envasado y distribución de alimentos generan un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero. Una producción más sostenible mitigaría el impacto climático y apoyaría dietas más nutritivas que podrían evitar cerca de 11 millones de muertes prematuras al año.
Los sistemas sanitarios son la principal línea de defensa de las poblaciones que se enfrentan a nuevas amenazas para la salud, incluidas las derivadas del cambio climático. Para proteger la salud y evitar que aumenten las desigualdades sanitarias, los países deben crear sistemas sanitarios resistentes al clima.
La mayoría de los países identifican la salud como un sector prioritario vulnerable al cambio climático. Pero sigue existiendo un enorme déficit de financiación. Menos del 2 % de la financiación multilateral del clima se destina a proyectos sanitarios.
Las sociedades saludables dependen del buen funcionamiento de los ecosistemas para proporcionar aire limpio, agua dulce, medicamentos y seguridad alimentaria. Estos ayudan a limitar las enfermedades y a estabilizar el clima. Pero la pérdida de biodiversidad se está produciendo a un ritmo sin precedentes, afectando a la salud humana en todo el mundo y aumentando el riesgo de enfermedades infecciosas emergentes.
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