La adaptación al cambio climático protege a las personas del aumento de las temperaturas, la subida de los mares, las tormentas más fuertes, las lluvias imprevisibles y los océanos más ácidos. Algunas personas son más vulnerables a estos efectos, como las que viven en la pobreza.
Los pequeños estados insulares en desarrollo son especialmente vulnerables si no se adaptan a las tormentas y a la subida del nivel del mar. En algunos de estos países, las pérdidas económicas relacionadas con las catástrofes ya han alcanzado el 200 % del volumen de su economía nacional.
Los costes de adaptación anuales estimados en los países en desarrollo son del orden de 70 000 millones de dólares, pero podrían alcanzar los 300 000 millones para 2030. Tan solo el 21 % de la financiación internacional del clima se destina a la adaptación y la resiliencia, unos 16 800 millones de dólares al año.
A nivel mundial, una inversión de 1,8 billones de dólares en sistemas de alerta temprana, infraestructuras resistentes al clima, mejora de la agricultura de secano, protección de los manglares a nivel mundial y recursos hídricos resistentes podría generar 7,1 billones de dólares en costes evitados y beneficios sociales y medioambientales.
Más del 60 % de los países cuentan con estrategias basadas en la naturaleza en sus planes nacionales de acción climática; una parte similar ha reconocido que la adaptación depende de la protección de los ecosistemas y la biodiversidad.
La mejora de los datos meteorológicos junto con los sistemas de alerta temprana y gestión de emergencias reducen los daños físicos y las pérdidas económicas. El acceso universal a los sistemas de alerta temprana puede reportar beneficios hasta 10 veces superiores al coste inicial.
Si no se toman medidas de adaptación, el número de personas que carecen de agua suficiente durante al menos un mes al año se disparará de los 3600 millones actuales a más de 5000 millones para 2050.
La irrigación con energía solar, los sistemas de alerta meteorológica, las nuevas variedades de cultivos y otras medidas de adaptación pueden ayudar a evitar una caída del rendimiento agrícola mundial de hasta un 30 % para 2050.
La mejora de los sistemas sanitarios podría ayudar a evitar 250 000 muertes adicionales relacionadas con el clima entre 2030 y 2050, principalmente por causas evitables como la malnutrición, la malaria, la diarrea y el estrés térmico.
En todo el mundo, solo el 38 % de las pequeñas empresas han invertido en la adaptación a los riesgos medioambientales, en comparación con el 60 % de las grandes empresas. Durante la pandemia de COVID-19, las empresas capaces de resistir las perturbaciones tenían cinco veces menos probabilidades de despedir a sus empleados y más probabilidades de lograr ventas estables.
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